domingo, septiembre 19, 2004

EL FIN

César no tiene huecos. Es inalcazable.
Había una vez, allá como por 1985, en que él y Gloria estuvieron sentados. Uno ponía atención a la plática de retirado organista, mientras la otra contaba los agudos en una ciudad que pasado el atardecer se convertía en graves.
Con toda la educación posible y los protocolos probables, el primero se fue y encerró en un cuarto, en el que solo podía entrar su madre con la charola de la comida, dejarla e irse. Habría muchas actividades por hacer. Desde la ventana podía ver cómo algunos terrenos baldíos se consumían en llamas o como la banqueta comenzaba a llenarse de cinta magnética, toda, hasta quedar tapizada. Así los árboles, en los que colgaban nonatos y pin-ups cincuenteros de Alka-Seltzer, cuando él les contemplaba, poseían extrañas cualidades, algunas veces crecían sus raíces y aumentaban su estatura en un noventaidós porciento, mientras que en otras, se hacían pequeños, hundiéndose en la tierra con sonidos de efectos especiales-espaciales y nacía de pronto, en el mismo lugar, un carrito árabe de Habib's, que recorría pendiente abajo en aceleración constante hasta topar con algo que con seguridad -me dijo- era una puerta piroplástica pero negra, a la que salían manos de maniquíes, mas o menos fundidas, y que volvían a consumirse en tal menjurje. Luego el carrito desaparecía allí y él agradecía que todo aquello no hubiera sido una ilusión.
Gloria, aquellos días, era una buena amiga mía, recuerdo que podía sentarse horas en una banca, haciendo trazos en un cuaderno para su próximo proyecto de maceta. Luego, cuando eran casi las dos, iba por una especie de pan salado, que sólo vendían en ( ) y lo compartía con aquella trabajadora de por allí; la Sra Dalia. Sus pláticas iban desde lo bonito del paisaje hasta la paranoia diaria de ambas.
- Esque ese muchachito de blanco ya tiene parado allí desde hace como dos horas, voltea para acá y sigue bailando
- ¡Ah!, ¿el doctor Simi?


Daban las 3:50 y ya.
Pero dejó de ser 1985, y anteantier, César salió de su casa. Gloria seguramente ya era una mala persona. Se vieron y nada.
César no tiene huecos. Es inalcanzable.