sábado, marzo 27, 2004

PARAFRASIS

Ralph no es un perdido cuando pregunta: ¿Qué es batalla?

jueves, marzo 18, 2004

EUTANASIA

Vas delante de mí, subiendo escaleras eléctricas limpias, el aire acondicionado inunda de comodidad verdadera, esa comodidad no empalagosa, pero sincera (desa). Me dices que irás primero, subes las escaleras apresurándote a la sala de espera de un aeropuerto que no es aeropuerto, que se anuncia como Centro Autorizado de Eutanasia.
Mientras, sin ideas, merodeo unos tres minutos, luego decido subir esas escaleras igual que tú, pero ahora algo me acongoja, una leve incertidumbre y un leve temor. Uno: que estaré muriendo sola, Dos: que ese "ni pedo" tan convencido de sí mismo, tan cómodo, podría estar lleno de llagas invisibles, mas profundas, que eso ahí tan incomprobable, por vacío, asusta.
Pero no tanto. Aquí, así tiene que ser y no hay de otra.
Ahora, cuando subo, hay niños a mi izquierda. Me pregunto qué hacen allí, queriendo morir. Hay señoras a mi derecha, y si están de ese lado, no me pregunto porqué nada.
La señorita de la taquilla me da un boleto y una invitación a pasar a la sala de la derecha. A la izquierda los niños subieron a un trenecito y quizá, pienso, se divertirán. Uno de ellos me ve con una risita. Ahí no hay mal.
Voy a la sala de espera, en donde te busco, pero no estás. La señorita de la taquilla me explica que quizá fuiste de los de la sesión de las doce y media. Y sí, así mero fue. Tomo asiento y reviso el folleto gratuito donde leo los acontecimientos principales de la sesión anterior:

Un señor de Durango, que tenía el pie hinchado explotó.
Antes de morir, un hombre gritó por 30 segundos que....


Dejo de leer pensando que ese eras tú, dejo de leer porque también, una presión inunda el cuarto, pienso que así será, y que a lo mejor emplean algún método de asfixia de invención única.
Deseo tocar la mano de la mujer a mi derecha, pero la presión que me acurruca no me lo permite, me reconforta saber que a nadie se lo permite. La presión se detiene abruptamente, a mi derecha no está Adriana, imaginé que era ella por un instante, aunque me habría gustado también que fueras tú. Pero más "ni pedo". Llena la sala un sereno conformismo que se refleja en nuestros rostros: quince personas tranquilas. Un muchacho de 19 años, una señora de la edad de mi mamá...
La de la taquilla anuncia por el micrófono que, bien, iniciará la sesión de la 1:30 en un momentito. Es aquí donde no entiendo la presión anterior, quizá fue imaginada o quizá fue un tipo de broma.
Ella dice luego: Preparados, listos....












Post-mortem: Eso, eso.