sábado, noviembre 08, 2003

NIÑO QUÉ ALTERNO

Él tiene 15 años,
él no tiene espinillas,
él tiene una bicicleta rodada veintiseis,
él prefiere usar el camión,
él evita pararse debajo de letreros de "Parada Suprimida",
(él desea controlar su propia libertad sexual),
él aún teme a Chucky,
él tiene un corazón del tamaño de tres aguacates,
él se llama Roberto,
él ve peliculas pornográficas,
él no ve los Simpson,
él no sabe por qué,
él piensa que la capital de Colima es Colombia,
él se burla de sí mismo cuando se da cuenta de sus nulos conocimientos de geografía,
él acaba de darse cuenta en este instante, que no era Colombia, era Polonia,
él no se preocupa por sus dientes chuecos,
él tiene una fascinación por el color azul,
él es algo consumista,
él tiene un Game Boy Advance,
él no me lo presta,
él me pidió dinero para comprarlo,
él come ostiones,
él come queso roquefort en virote salado y no me ofrece,
el se chupa el dedo gordo cuando está triste,
él se rompió el hocico por mi culpa,
él no guarda nada mientras yo pretendo guardarlo a él.

sábado, octubre 04, 2003

Visto en la tele, informecial de media hora de Perfect Pancake:

Si usted puede abrir una puerta, ¡usted puede usar Perfect Pancake!
¡Limpiarlo es una brisa de placer!

martes, septiembre 02, 2003

Historia (in)completa de “…”

Que érase un héroe que no lo era y que desde el puente algunos pensábamos en conformarlo con unas bellas nalguitas, gafas de sol, bastón, bikini, traje sastre, diente de oro, zapatos bostonianos, bermudas kaki, gabardina de mago, pestañas postizas y un número más de artefactos o de ninguno. Menudo y desnudo artefacto de entretenimiento o, si se quiere, complicado y repleto de monadas hasta el hartazgo.
Que se iba a llamar “Super-Algo”, que no sabíamos cómo, y que, o pretendía ser el malo, o decíase hasta en los lavaderos y las centrales camioneras que era el bueno y hasta el dulce señorito.
Que hubo ya uno al que crucificaron, otros más que utilizaban capas, algunos expertos en la maroma o en la elaboración de bombas. Acabamos encontrándonos con uno que hacía nada, que le molestaba nada, que decía nada y que se llamaba “...”. Su madre nunca lo parió, su delicada anti-tez no besó bigotes o boquitas rosas, ¡ni qué decir que alguna vez experimentara el coito anal!, tuvo un hijo llamado Cero y cuando no se acostaba no rezaba o sí rezaba, no saboreaba gustoso de un plato de mole poblano porque era una delicia antinatural de un universo sin estrellas, de una catástrofe sin remedio o viceversa.
Que aquellos que digo que nos conformábamos como “algunos” precisando ideas aquí y allá, hubimos de rendirnos ante la magistral abstracción de “...”, el no-fundido en papel o en imagen, el anti-todo y el antídoto.
Que sin uniforme de bombero, mini-uzis, taparrabo o sombrero de carnaval, ese héroe que (tampoco) era antihéroe llamado “...”, dejó de ser (o de no ser) a las 20:30 horas, justo a tiempo para volver a casa, estrangular algo llamado confort y revitalizarlo con agüita, para que viva pasivo, para que, imperceptible, nos coma con nuestro consentimiento previo.