Como chaquetas mentales, que les dicen, me gustaba ser la dueña de pensamientos amororos. Míos para. Hoy, con el montón de cosas que me salieron mal, me estoy poniendo catastrófica y estoy evitando, deliberadamente, esos pensamientos que hacen de la vida algo "llevadero". Hoy siento que no he acumulado más que fracasos, y en este minuto no quiero volver hacia lo que me pone más contenta, como dibujar o pensar. Supongo [temporalmente], que si alejo de mí los buenos sentimientos, para quedarme con la mierda, la cachetada de la realidad se dejará ver, para afrontarla yo luego, con risa aceda, como un: "tú ganaste, perra. Gracias por visitar". Acto seguido, lo ridículo de la esperanza me pegaría, mientras veo mis manos atascadas de lágrimas.
Otro día, mañana, yo voy a ganarle, [lo veo venir], con un gancho al hígado de simplezas.
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