Me pasa, despierta, que me cuesta trabajo recordar la palabra que busco. Como si yo fuera una jugadora principiante en un partido de ping-pong donde el ping es la palabra y el pong el no me acuerdo. Sincronizados. Entonces camino para desdespejar la mente, atinarle a la definición... Y llega después de tres horas, en horas felices, de paseo:
Angustia.
"Con razón no me acordaba", pienso.
Y me pasa, dormida, que Sofía me invita a viajar con ella, preparo la mochila y la emoción-llegamos a cierta playa. Karen y yo, en el chapoteadero de Z hotel, la pasamos bien. Y la pregunta ping-pong se ve venir, se ve venir, se ve venir a tal punto que cuando reaccionas ya te pegó en la nuca, cuando Karen dice al azar "cenicero" o "como en el parque". ¿Cómo llegamos aquí, cómo es que estoy con ustedes? ¿No te acuerdas?, me pregunta. No, y quiero jalar el hilo del acontecimiento. ¿Qué transporte? ¿Cuántas horas para llegar? Los edificios, el ruido y el equipaje, tan nítidos como recordables. Y pasa también que Karen, cuando despierto (¿Quién es Karen?) y Sofía, al amanecer (¿Quién es Sofía?) parecen en sus adioses y en las palmas de sus manos rescatables pistas, necesarias claves que cuando casi están por esfumarse...
No angustia. Disfrutar la caminata.
martes, junio 26, 2007
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